De acuerdo al reglamento el Congreso se iniciará a las 9:00 hrs. y el cierre de la acreditación será a las 13:00 hrs.
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CONVOCATORIA
AL XXVIII CONGRESO GENERAL “SALVADOR ALLENDE GOSSENS”
DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
“Pocas veces los hombres necesitaron tanto como ahora de fe en sí mismos y en su capacidad de rehacer el mundo, de renovar la vida.
Es éste un tiempo inverosímil, que provee los medios materiales para realizar las utopías más generosas del pasado. Sólo nos impide lograrlo el peso de una herencia de codicias, de miedos y de tradiciones institucionales obsoletas. Entre nuestra época y la del hombre liberado en escala planetaria, lo que media es superar esta herencia. Sólo así se podrá convocar a los hombres a reedificarse no como productos de un pasado de esclavitud y explotación, sino como realización consciente de sus más nobles potencialidades. Éste es el ideal socialista.”
(Salvador Allende, Primer Mensaje ante el Congreso Pleno, 21 de mayo de 1971.)
Estimados compañeros y compañeras:
En el próximo mes de marzo del 2008 el Partido Socialista de Chile celebrará su XXVIII Congreso General. Lo hará bajo el nombre de Salvador Allende, en el año del centenario de su nacimiento. Debemos ser capaces de inspirarnos en su legado intelectual, político y moral para realizar un Congreso que recoja lo mejor de nuestras tradiciones de partido crítico, tolerante, librepensador, fraterno, creativo y fecundo en sus debates y conclusiones políticas.
El XXVIII Congreso se realiza en un momento histórico en el cual una militante socialista ocupa la Presidencia de Chile, al frente de una coalición amplia de fuerzas de izquierda y de centroizquierda –la Concertación- que tiene como propósito central profundizar la democracia, conducir al país al desarrollo y edificar un Estado capaz de garantizar derechos sociales y económicos fundamentales a todos los chilenos y chilenas.
El Congreso es la máxima instancia del Partido Socialista y a lo largo de su historia ha sido el momento en el cual se han adoptado trascendentes decisiones que han marcado la historia del Partido y de nuestro país. El XXVIII Congreso debe permitirnos fortalecernos y definir nuestra acción en el presente, pero también es un momento para reflexionar sobre lo que somos y hemos sido, y para proyectarnos en nuestras tareas para la próxima etapa histórica.
Tenemos, por tanto, en este Congreso que ser capaces de asumir nuestras grandes responsabilidades sobre el presente, reflexionar y aprender de nuestro pasado y el imperativo de pensar e imaginar el futuro.
La presente Convocatoria tiene como propósito motivar e invitar a todos los socialistas, a sus militantes y a los simpatizantes y amigos del Partido, a involucrarse en este proceso congresal. Queremos con esta Convocatoria abrir temas y no cerrarlos. Proponer ciertas ideas que nos parece que deben estar en la preocupación y reflexión de los socialistas, pero también aspiramos que desde las bases del Partido surjan con entera libertad los temas, propuestas y lineamientos que deberán marcar nuestra impronta y acción en la próxima etapa.
I. Chile en la post transición y un nuevo ciclo histórico.
Corresponde al Congreso realizar un balance de lo que ha sido la trayectoria histórica de Chile y del Partido en los últimos 17 años. Durante esta etapa fuimos capaces de derrotar la dictadura y reinstalar la democracia en nuestro país. Construimos una poderosa alianza de las fuerzas progresistas chilenas a través de la creación de la Concertación Democrática y le hemos dado al país los últimos cuatro gobiernos, abriendo un camino original de progreso para Chile.
En esta etapa, hemos transitado en un largo proceso de democratización, desmontando uno a uno los enclaves autoritarios dejados por la dictadura. El país ha crecido económicamente, reducido la pobreza y progresado en términos de equidad y justicia social. Culturalmente Chile ha ido asumiendo su diversidad y pluralismo. Se han ampliado las libertades.
Siendo positivo el balance general, ciertamente seguimos teniendo una sociedad profundamente desigual y persiste un sistema político-electoral excluyente de importantes sectores del país. Nuestro crecimiento económico no siempre se traduce en desarrollo ni distribuye con justicia los frutos del progreso material. La ciudadanía mira con desconfianza la política y sus instituciones, y los jóvenes no se sienten convocados a asumir a plenitud su condición de ciudadanos. Se observan importantes procesos de deterioro, inseguridad y descomposición en el mundo social y popular.
Creemos que la sociedad chilena ha completado el ciclo histórico que se inauguró el año 88 con la derrota de la dictadura. Las tareas democráticas esenciales se han cumplido y el avance económico social del país requiere de un nuevo enfoque. El Congreso deberá ser capaz de caracterizar la nueva etapa histórica que se está abriendo y que estará signada por completar nuestro camino al desarrollo, construir un Estado Social, terminar con la pobreza, derrotar la exclusión política y edificar una sociedad integrada y cohesionada socialmente.
II. El salto al desarrollo y la construcción de un Estado Democrático y Social de Derecho.
El horizonte histórico del Socialismo chileno en los próximos años estará marcado por el desafío de ser capaces de conducir a nuestro país al desarrollo. El Congreso deberá reflexionar y proponer una estrategia de desarrollo que abra nuevos nichos productivos, agregue valor a nuestros productos básicos, genere una redistribución más justa de los ingresos, se apoye y sustente en una sólida y tupida red de micro, pequeñas y medianas empresas, fomente la innovación, asuma y anticipe los desafíos energéticos del país. Para ello se requiere un rol activo e inteligente del Estado y recuperar la capacidad de planificar a mediano y largo plazo nuestro desarrollo productivo estratégico.
Los socialistas sabemos que el crecimiento económico por sí solo no basta. Es necesario que el progreso material vaya permitiendo el reconocimiento y aseguramiento creciente de nuevos derechos sociales y económicos de la población. Ello implica construir un Estado que se constituya en una sólida red de protección social, asegurando acceso universal y calidad en salud, educación, previsión social y protección frente al desempleo. Es lo que hemos conceptualizado como la construcción de un Estado Democrático y Social de Derecho.
Sólo un sostenido crecimiento económico que se traduzca en bienestar social para todos nos permitirá dar el ansiado salto al desarrollo en los próximos años.
III. Desarrollo económico y sustentabilidad energética y ambiental.
Para alcanzar su desarrollo Chile necesita un vigoroso crecimiento económico y el máximo despliegue de sus fuerzas productivas. Para ello necesita que este crecimiento y proceso de acumulación sea sustentable en materia energética y medio ambiental.
El Partido Socialista deberá debatir cuál será su política energética estratégica en la próxima etapa. Ciertamente se deberá crear en el país una cultura de ahorro energético y el desarrollo de las llamadas energías limpias. Pero también identificar cuáles serán sus apuestas en materia hidroeléctrica, carbón y gas. En este contexto también es un debate actual el desarrollo de la energía nuclear en Chile.
El desarrollo económico y la política de seguridad energética del país deben estar en concordancia con una reflexión medioambiental que signifique hacernos cargo de fenómenos mundiales como el calentamiento global y de lo que es una política de Estado y de largo plazo del cuidado del medio ambiente y protección de la naturaleza para las actuales y futuras generaciones de chilenos.
IV. Reflexionar críticamente sobre la condición moderna del trabajo, fortalecer los derechos laborales y reconstruir la organización y el poder de los trabajadores.
La trayectoria histórica del Socialismo está indisolublemente ligada al mundo del trabajo, a la valorización social del “trabajo manual e intelectual” y a la lucha por los derechos sociales y laborales de los trabajadores.
En el capitalismo contemporáneo el trabajo ha sufrido profundos cambios. Se ha globalizado y dislocado geográficamente la producción y han surgido múltiples formas de organización del trabajo de la mano de las nuevas tecnologías. Se ha constituido una nueva división internacional del trabajo. Las formas fordistas de producción han dado paso a cadenas productivas discontinuas y deslocalizadas. Se han generalizado mecanismos como la subcontratación y la externalización de funciones.
Las nuevas condiciones del trabajo han dificultado la organización sindical y se ha hecho más difuso el lugar y rol de los empleadores en cada unidad productiva.
El Congreso debiera abordar una renovada reflexión y diagnóstico sobre las nuevas condiciones del trabajo, actualizar su crítica frente a las situaciones de explotación, cosificación y alienación de que es objeto el trabajo en las actuales condiciones históricas y proponer formas alternativas de organización del mundo del trabajo para hacer frente a estas nuevas realidades.
El socialismo concibe el trabajo como aquel espacio de realización y creación humana y su lucha histórica ha sido por liberar a éste de sus condiciones degradadas, alienantes y de explotación.
V. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y las nuevas formas de organización y participación de los ciudadanos.
El avance del conocimiento y de la tecnología siempre ha tenido un desarrollo contradictorio: ha sido fuente de nuevas desigualdades y a la vez ha permitido renovadas formas de expresión de la libertad humana.
El XXVIII Congreso “Salvador Allende” debiera realizar una reflexión sobre el significado que los nuevos avances tecnológicos –particularmente en el campo de la información y de la comunicación – representa para la política y para una política progresista.
Hoy existe un proceso cada vez más extendido de acceso y uso de las llamadas TICs y se han multiplicado las formas de expresión, coordinación y socialización política a través de éstas. Se han abierto insospechadas formas de organización y participación ciudadana al alero de estas nuevas tecnologías. Sólo basta pensar lo diferente que hubiese sido la lucha contra la dictadura y las posibilidades de romper el cerco informativo y la censura en las actuales condiciones tecnológicas.
El campo de la reflexión entre tecnología, política, cultura y ciudadanía es relativamente nuevo para los socialistas, pero es necesario comenzar a internarse en él, revisando fenómenos como el movimiento del software libre, las posibilidades democratizadoras que abre la TV digital de próxima aplicación en Chile, la extendida realidad de los Blogs individuales y colectivos, y las multiplicidad de oportunidades para la organización política y la difusión de las ideas que ofrece Internet.
VI. Una nueva Constitución Política para Chile.
A través de sucesivas reformas la actual Constitución Política ha logrado ser democratizada. Sin embargo, no es un marco constitucional moderno, que reconozca de manera amplia y profunda los derechos de ciudadanía en lo político, social, económico y cultural. Comparada con las Constituciones Políticas de los países democráticos más avanzados, la nuestra es todavía un marco jurídico institucional conceptualmente rezagado y conservador.
Nos parece que Chile tiene la madurez política para reflexionar y abrir un debate sobre este tema. Plantear un nuevo impulso de cambio constitucional no es una consigna ni debe ser tomado a la ligera. Se trata de un proceso profundo y que implica repensar el tema de las libertades y derechos políticos, la relación entre el centro y las regiones, la arquitectura de un sistema político realmente inclusivo y el reconocimiento institucional de los derechos económicos, sociales y culturales de las personas.
Sin ir más lejos, el reciente Congreso de la DC ha retomado la idea de un Parlamento unicameral, cuestión que indica la diversidad de materias susceptibles de abordar en un debate de esta naturaleza.
Así como en dictadura existió el llamado “grupo de los 24” se debe ahora abrir un proceso que congregue a connotados juristas, intelectuales, y actores sociales que se plantee el tema de pensar y proponer una Constitución Política para el siglo XXI.
VII. El desafío de mejorar la calidad y la inclusión de la política y de sus instituciones.
Si bien estos 17 años han permitido recuperar y consolidar nuestra democracia, paralelamente se ha venido gestando un proceso de debilitamiento del prestigio de la política y de sus instituciones.
El deterioro, la desconfianza y el escepticismo con que los ciudadanos miran la política es un fenómeno mundial, y que en Chile se ha acentuado en los últimos años.
No cabe duda que la permanencia del sistema binominal, las exclusiones y la falta de competitividad que son intrínsecas a este sistema contribuyen a la lejanía y apatía ciudadana. Junto a lo anterior se encuentra el preocupante desinterés de los jóvenes por inscribirse en los registros electorales y participar con su voto en la vida política. Tampoco contribuye un sistema de partidos y un parlamento bastante ensimismado en sus preocupaciones y reyertas.
De manera más estructural está la percepción de que muchas decisiones relevantes transcurren fuera de las instituciones de la soberanía popular, por circuitos extra institucionales y fácticos. Junto a lo anterior la estructuración mediática de la política y la espectacularidad que exigen los mass media a los políticos para visibilizarse en el escenario público, conduce a una degradación y farandulización de la actividad política, que no le genera a ésta credibilidad, prestigio ni respeto frente a los ciudadanos.
El Congreso debiera realizar una importante reflexión sobre la naturaleza actual de la política y de sus vínculos con la sociedad y de la capacidad de nuestra democracia de realizar sus promesas esenciales de representación, participación, deliberación y decisión democrática.
Una profundización del deterioro de la política y de sus instituciones es el caldo de cultivo para aventuras personalistas y populistas, y para el surgimiento de liderazgos mediáticos sin mayor sustancia ni densidad política.
VIII. Apoyar lealmente el Gobierno de la Presidenta Bachelet y su programa de reformas sociales.
El Partido Socialista tiene hoy a una destacada militante como Presidente de la República. Tenemos el legítimo orgullo que de nuestras filas haya emergido la primera mujer presidenta de nuestro país. Con ello hemos contribuido a escribir otra página en la historia de Chile, a favor de los derechos sociales y de la presencia y participación de la mujer en la vida política.
Además de ello, el Gobierno de la Presidenta Bachelet representa un ambicioso y progresista programa de reformas que apunta a la creación de un sistema de protección social, y que tiene como uno de sus ejes principales una reforma previsional que permitirá a cientos de miles de personas acceder, por primera vez, a una pensión básica solidaria. Junto con ello, el actual Gobierno ha desplegado un programa de reformas en educación que significará más y mejor Estado para el sistema escolar, el aseguramiento de la calidad y un reforzamiento de la educación pública. Junto a lo anterior, se puede mencionar importantes programas en materia de vivienda social, aumento de cobertura del Auge, protección de la infancia, reforzamiento del seguro de desempleo y políticas de fortalecimiento sindical y equidad en materia laboral.
El actual Gobierno ha colocado con especial nitidez el tema de la protección y cohesión social y la construcción de un Estado capaz de asegurar y garantizar derechos sociales fundamentales.
El desarrollo del actual Gobierno no ha sido fácil. Le ha tocado vivir el agotamiento del ciclo político anterior y situaciones de desgaste y de desafección al interior de la Concertación. Tampoco se puede negar que su gestión técnica y política ha tenido deficiencias.
La actual Dirección del Partido ha tomado como opción jugar un claro y decidido rol de respaldo y sustento político del actual Gobierno y particularmente de la figura de la Presidenta. Estamos convencidos que hemos actuado correctamente y con responsabilidad histórica. No creemos que el Partido deba perfilarse en esta etapa criticando a un Gobierno cuya Presidenta es una militante de nuestras filas o asumiendo posiciones opositoras.
Lo anterior no significa no hacer ver aquello que no está funcionando adecuadamente. La lealtad no es obsecuencia ni cerrar los ojos frente a lo que no funciona correctamente. Creemos que el Partido debe en este Congreso reafirmar su compromiso y lealtad con el Gobierno, sin por ello dejar de expresar sus visiones críticas ante todo aquello que consideramos que no se está realizando con eficacia o en la dirección política adecuada.
IX. Las dificultades y contradicciones de la realidad política actual.
El Congreso no sólo deberá abocarse a analizar y definir el horizonte estratégico del Socialismo chileno, sino que tiene la tarea de analizar las conflictividades y contradicciones del momento actual.
El desarrollo del actual Gobierno ha encontrado importantes dificultades para desplegarse a plenitud. A este Gobierno le ha correspondido enfrentar el agotamiento del programa original de la Concertación centrado en la redemocratización del país y, junto con ello, la necesidad de reconstruir su orientación estratégica en esta nueva etapa. También ha debido lidiar con una oposición más dura y obstruccionista y ha debido enfrentar desafecciones y conflictos al interior de la Concertación, generándose un cuadro de pérdida de mayorías estables en el Parlamento para desplegar su programa de gobierno. Tampoco han estado ausentes errores propios de la gestión gubernativa, siendo el más gravitante lo ocurrido con el plan de transporte metropolitano conocido como Transantiago.
No obstante las actuales dificultades, el Gobierno mantiene importantes niveles de apoyo, lo que indica que la adhesión histórica de la Concertación se encuentra aún en rangos importantes y que la situación actual claramente puede ser revertida y mejorada con una buena gestión política en los meses que vienen.
Por otra parte, la Presidenta ha impulsado correctamente una política de “pacto social” que ha permitido romper parcialmente el obstruccionismo de la derecha y la estrategia del “desalojo”, haciendo avanzar la agenda programática en materia previsional, educación, seguridad pública y, probablemente, en el ámbito laboral y de mayor justicia salarial, a través de la Comisión de Trabajo y Equidad.
Por su parte, el fenómeno de Chile Primero y del sector disidente de la DC, no puede ser analizado sólo como conflictos entre grupos o personas, sino que responden a una contradicción política, pues ambos grupos representan posiciones que han ido quedando aisladas crecientemente dentro de la Concertación y que, por lo mismo, buscan reposicionarse a través de alianzas con la derecha. No se debe caer en el engaño por ciertas retóricas de “izquierda”, pues se trata en definitiva de desafecciones que pactan con la “derecha”.
En el actual contexto, la mayoría concertacionista debe rearticularse y cohesionarse, y actuar unitaria y solidariamente en la próxima etapa.
Por su parte, el Gobierno debe superar los desafíos del Transantiago, haciendo su máximo esfuerzo por consolidar en los próximos meses un sistema de transporte metropolitano efectivo y de calidad. Sin ello, no será posible revertir el malestar social que se ha incubado, particularmente en sectores populares y de tradicional apoyo a la Concertación.
Junto a lo anterior y ante las grandes holguras económicas que vive el país derivados del precio del cobre, resulta necesario intensificar y fortalecer las políticas sociales, particularmente en materia de educación pública, salud, cobertura del seguro de desempleo, apoyo a la apertura de nuevos nichos productivos, innovación y ciencia, seguridad pública en los barrios populares, políticas de redistribución del ingreso, un ambicioso programa de obras públicas, apoyo a la modernización de la gestión municipal, fomento al desarrollo regional, etc.
En este camino es necesario elevar y fortalecer la acción del Gobierno, lo cual debe ser respaldado con propuestas concretas y bien fundamentadas por parte del Partido Socialista, las que deberán, justamente, ser debatidas y formuladas en nuestro próximo congreso partidario.
X. Reafirmar y renovar el pacto histórico de la Concertación entre las vertientes socialista y socialcristiana.
No cabe duda que la Concertación fue el Bloque Histórico adecuado para el ciclo político que se cierra y que tuvo en su centro la redemocratización del país y la tarea de dar los primeros pasos a favor de una sociedad más justa y equitativa en lo social.
Sostenemos que para el nuevo ciclo histórico que se abre, signado por la tarea de alcanzar el Desarrollo y construir un Estado de Bienestar moderno en nuestro país, la confluencia entre las vertientes socialistas y socialcristianas tiene pleno sentido y vigencia.
La convergencia del humanismo laico y el humanismo cristiano representan en nuestro país la unidad política y social del pueblo, y permite articular una mayoría a favor de una transformación progresista de la sociedad chilena.
Aspiramos a que este Congreso ratifique, una vez más, esta política de alianza estratégica del Socialismo para la nueva etapa histórica.
XI. El desafío de las próximas elecciones municipales.
El 2008 el país se verá enfrentado a un crucial proceso de elección de alcaldes y concejales. Será un espacio decisivo para que la Concertación y el Partido Socialista desplieguen sus propuestas en materia de gobiernos comunales.
El Congreso partidario deberá jugar un rol clave en la definición de la plataforma programática municipal del Partido. Los socialistas deberemos tener una propuesta de gestión municipal que signifique un real mejoramiento de los servicios básicos, la reconstrucción de las identidades de los barrios, el incremento de la seguridad pública, la profundización de los programas sociales contra la pobreza, mayores oportunidades para los jóvenes y la ampliación de los mecanismos de participación de los ciudadanos en las decisiones del gobierno local.
A nadie escapa que el resultado de la elección municipal será un verdadero test político, que prefigurará el escenario para las elecciones presidenciales del 2009.
El Congreso deberá definir, además, los criterios y normas de selección de sus candidatos a alcaldes y concejales en los próximos comicios municipales.
XII. El Partido Socialista: historia, identidad y desafío de hoy.
“Todo lo que he sido y lo que soy se lo debo al Partido y al Pueblo…”
(Salvador Allende, Discurso en el 40º Aniversario del Partido Socialista, abril de1973.)
Siempre el Congreso es un momento propicio para reflexionar sobre nuestra historia, identidad y los desafíos actuales y futuros. Somos un Partido con 75 años de historia tras de sí y que ha dejado una huella indeleble en la historia de Chile desde la década del 30 del siglo pasado hasta nuestros días.
Somos un partido que ha estado presente en todas y cada una de las luchas por el reconocimiento de mayores derechos sociales y libertades para los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los sectores populares. Desde el gobierno y desde la oposición hemos impulsado políticas de progreso e intentado que los valores de libertad, igualdad y fraternidad sean los que prevalezcan en la construcción de nuestra sociedad.
El Partido Socialista fue puesto a la más dura prueba política de su historia durante la dictadura y, a pesar de los grandes costos que ello implicó, logró sobrevivir y junto a las otras fuerzas progresistas, articular una estrategia de derrota de la dictadura.
También fue capaz de dejar atrás una dura experiencia de fraccionamientos y quiebres, y todos quienes vivimos esos procesos aprendimos que la división del Partido Socialista va en directo perjuicio del movimiento popular y de los trabajadores, y debilita la fuerza de nuestras ideas y valores en la sociedad.
AL XXVIII CONGRESO GENERAL “SALVADOR ALLENDE GOSSENS”
DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
“Pocas veces los hombres necesitaron tanto como ahora de fe en sí mismos y en su capacidad de rehacer el mundo, de renovar la vida.
Es éste un tiempo inverosímil, que provee los medios materiales para realizar las utopías más generosas del pasado. Sólo nos impide lograrlo el peso de una herencia de codicias, de miedos y de tradiciones institucionales obsoletas. Entre nuestra época y la del hombre liberado en escala planetaria, lo que media es superar esta herencia. Sólo así se podrá convocar a los hombres a reedificarse no como productos de un pasado de esclavitud y explotación, sino como realización consciente de sus más nobles potencialidades. Éste es el ideal socialista.”
(Salvador Allende, Primer Mensaje ante el Congreso Pleno, 21 de mayo de 1971.)
Estimados compañeros y compañeras:
En el próximo mes de marzo del 2008 el Partido Socialista de Chile celebrará su XXVIII Congreso General. Lo hará bajo el nombre de Salvador Allende, en el año del centenario de su nacimiento. Debemos ser capaces de inspirarnos en su legado intelectual, político y moral para realizar un Congreso que recoja lo mejor de nuestras tradiciones de partido crítico, tolerante, librepensador, fraterno, creativo y fecundo en sus debates y conclusiones políticas.
El XXVIII Congreso se realiza en un momento histórico en el cual una militante socialista ocupa la Presidencia de Chile, al frente de una coalición amplia de fuerzas de izquierda y de centroizquierda –la Concertación- que tiene como propósito central profundizar la democracia, conducir al país al desarrollo y edificar un Estado capaz de garantizar derechos sociales y económicos fundamentales a todos los chilenos y chilenas.
El Congreso es la máxima instancia del Partido Socialista y a lo largo de su historia ha sido el momento en el cual se han adoptado trascendentes decisiones que han marcado la historia del Partido y de nuestro país. El XXVIII Congreso debe permitirnos fortalecernos y definir nuestra acción en el presente, pero también es un momento para reflexionar sobre lo que somos y hemos sido, y para proyectarnos en nuestras tareas para la próxima etapa histórica.
Tenemos, por tanto, en este Congreso que ser capaces de asumir nuestras grandes responsabilidades sobre el presente, reflexionar y aprender de nuestro pasado y el imperativo de pensar e imaginar el futuro.
La presente Convocatoria tiene como propósito motivar e invitar a todos los socialistas, a sus militantes y a los simpatizantes y amigos del Partido, a involucrarse en este proceso congresal. Queremos con esta Convocatoria abrir temas y no cerrarlos. Proponer ciertas ideas que nos parece que deben estar en la preocupación y reflexión de los socialistas, pero también aspiramos que desde las bases del Partido surjan con entera libertad los temas, propuestas y lineamientos que deberán marcar nuestra impronta y acción en la próxima etapa.
I. Chile en la post transición y un nuevo ciclo histórico.
Corresponde al Congreso realizar un balance de lo que ha sido la trayectoria histórica de Chile y del Partido en los últimos 17 años. Durante esta etapa fuimos capaces de derrotar la dictadura y reinstalar la democracia en nuestro país. Construimos una poderosa alianza de las fuerzas progresistas chilenas a través de la creación de la Concertación Democrática y le hemos dado al país los últimos cuatro gobiernos, abriendo un camino original de progreso para Chile.
En esta etapa, hemos transitado en un largo proceso de democratización, desmontando uno a uno los enclaves autoritarios dejados por la dictadura. El país ha crecido económicamente, reducido la pobreza y progresado en términos de equidad y justicia social. Culturalmente Chile ha ido asumiendo su diversidad y pluralismo. Se han ampliado las libertades.
Siendo positivo el balance general, ciertamente seguimos teniendo una sociedad profundamente desigual y persiste un sistema político-electoral excluyente de importantes sectores del país. Nuestro crecimiento económico no siempre se traduce en desarrollo ni distribuye con justicia los frutos del progreso material. La ciudadanía mira con desconfianza la política y sus instituciones, y los jóvenes no se sienten convocados a asumir a plenitud su condición de ciudadanos. Se observan importantes procesos de deterioro, inseguridad y descomposición en el mundo social y popular.
Creemos que la sociedad chilena ha completado el ciclo histórico que se inauguró el año 88 con la derrota de la dictadura. Las tareas democráticas esenciales se han cumplido y el avance económico social del país requiere de un nuevo enfoque. El Congreso deberá ser capaz de caracterizar la nueva etapa histórica que se está abriendo y que estará signada por completar nuestro camino al desarrollo, construir un Estado Social, terminar con la pobreza, derrotar la exclusión política y edificar una sociedad integrada y cohesionada socialmente.
II. El salto al desarrollo y la construcción de un Estado Democrático y Social de Derecho.
El horizonte histórico del Socialismo chileno en los próximos años estará marcado por el desafío de ser capaces de conducir a nuestro país al desarrollo. El Congreso deberá reflexionar y proponer una estrategia de desarrollo que abra nuevos nichos productivos, agregue valor a nuestros productos básicos, genere una redistribución más justa de los ingresos, se apoye y sustente en una sólida y tupida red de micro, pequeñas y medianas empresas, fomente la innovación, asuma y anticipe los desafíos energéticos del país. Para ello se requiere un rol activo e inteligente del Estado y recuperar la capacidad de planificar a mediano y largo plazo nuestro desarrollo productivo estratégico.
Los socialistas sabemos que el crecimiento económico por sí solo no basta. Es necesario que el progreso material vaya permitiendo el reconocimiento y aseguramiento creciente de nuevos derechos sociales y económicos de la población. Ello implica construir un Estado que se constituya en una sólida red de protección social, asegurando acceso universal y calidad en salud, educación, previsión social y protección frente al desempleo. Es lo que hemos conceptualizado como la construcción de un Estado Democrático y Social de Derecho.
Sólo un sostenido crecimiento económico que se traduzca en bienestar social para todos nos permitirá dar el ansiado salto al desarrollo en los próximos años.
III. Desarrollo económico y sustentabilidad energética y ambiental.
Para alcanzar su desarrollo Chile necesita un vigoroso crecimiento económico y el máximo despliegue de sus fuerzas productivas. Para ello necesita que este crecimiento y proceso de acumulación sea sustentable en materia energética y medio ambiental.
El Partido Socialista deberá debatir cuál será su política energética estratégica en la próxima etapa. Ciertamente se deberá crear en el país una cultura de ahorro energético y el desarrollo de las llamadas energías limpias. Pero también identificar cuáles serán sus apuestas en materia hidroeléctrica, carbón y gas. En este contexto también es un debate actual el desarrollo de la energía nuclear en Chile.
El desarrollo económico y la política de seguridad energética del país deben estar en concordancia con una reflexión medioambiental que signifique hacernos cargo de fenómenos mundiales como el calentamiento global y de lo que es una política de Estado y de largo plazo del cuidado del medio ambiente y protección de la naturaleza para las actuales y futuras generaciones de chilenos.
IV. Reflexionar críticamente sobre la condición moderna del trabajo, fortalecer los derechos laborales y reconstruir la organización y el poder de los trabajadores.
La trayectoria histórica del Socialismo está indisolublemente ligada al mundo del trabajo, a la valorización social del “trabajo manual e intelectual” y a la lucha por los derechos sociales y laborales de los trabajadores.
En el capitalismo contemporáneo el trabajo ha sufrido profundos cambios. Se ha globalizado y dislocado geográficamente la producción y han surgido múltiples formas de organización del trabajo de la mano de las nuevas tecnologías. Se ha constituido una nueva división internacional del trabajo. Las formas fordistas de producción han dado paso a cadenas productivas discontinuas y deslocalizadas. Se han generalizado mecanismos como la subcontratación y la externalización de funciones.
Las nuevas condiciones del trabajo han dificultado la organización sindical y se ha hecho más difuso el lugar y rol de los empleadores en cada unidad productiva.
El Congreso debiera abordar una renovada reflexión y diagnóstico sobre las nuevas condiciones del trabajo, actualizar su crítica frente a las situaciones de explotación, cosificación y alienación de que es objeto el trabajo en las actuales condiciones históricas y proponer formas alternativas de organización del mundo del trabajo para hacer frente a estas nuevas realidades.
El socialismo concibe el trabajo como aquel espacio de realización y creación humana y su lucha histórica ha sido por liberar a éste de sus condiciones degradadas, alienantes y de explotación.
V. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y las nuevas formas de organización y participación de los ciudadanos.
El avance del conocimiento y de la tecnología siempre ha tenido un desarrollo contradictorio: ha sido fuente de nuevas desigualdades y a la vez ha permitido renovadas formas de expresión de la libertad humana.
El XXVIII Congreso “Salvador Allende” debiera realizar una reflexión sobre el significado que los nuevos avances tecnológicos –particularmente en el campo de la información y de la comunicación – representa para la política y para una política progresista.
Hoy existe un proceso cada vez más extendido de acceso y uso de las llamadas TICs y se han multiplicado las formas de expresión, coordinación y socialización política a través de éstas. Se han abierto insospechadas formas de organización y participación ciudadana al alero de estas nuevas tecnologías. Sólo basta pensar lo diferente que hubiese sido la lucha contra la dictadura y las posibilidades de romper el cerco informativo y la censura en las actuales condiciones tecnológicas.
El campo de la reflexión entre tecnología, política, cultura y ciudadanía es relativamente nuevo para los socialistas, pero es necesario comenzar a internarse en él, revisando fenómenos como el movimiento del software libre, las posibilidades democratizadoras que abre la TV digital de próxima aplicación en Chile, la extendida realidad de los Blogs individuales y colectivos, y las multiplicidad de oportunidades para la organización política y la difusión de las ideas que ofrece Internet.
VI. Una nueva Constitución Política para Chile.
A través de sucesivas reformas la actual Constitución Política ha logrado ser democratizada. Sin embargo, no es un marco constitucional moderno, que reconozca de manera amplia y profunda los derechos de ciudadanía en lo político, social, económico y cultural. Comparada con las Constituciones Políticas de los países democráticos más avanzados, la nuestra es todavía un marco jurídico institucional conceptualmente rezagado y conservador.
Nos parece que Chile tiene la madurez política para reflexionar y abrir un debate sobre este tema. Plantear un nuevo impulso de cambio constitucional no es una consigna ni debe ser tomado a la ligera. Se trata de un proceso profundo y que implica repensar el tema de las libertades y derechos políticos, la relación entre el centro y las regiones, la arquitectura de un sistema político realmente inclusivo y el reconocimiento institucional de los derechos económicos, sociales y culturales de las personas.
Sin ir más lejos, el reciente Congreso de la DC ha retomado la idea de un Parlamento unicameral, cuestión que indica la diversidad de materias susceptibles de abordar en un debate de esta naturaleza.
Así como en dictadura existió el llamado “grupo de los 24” se debe ahora abrir un proceso que congregue a connotados juristas, intelectuales, y actores sociales que se plantee el tema de pensar y proponer una Constitución Política para el siglo XXI.
VII. El desafío de mejorar la calidad y la inclusión de la política y de sus instituciones.
Si bien estos 17 años han permitido recuperar y consolidar nuestra democracia, paralelamente se ha venido gestando un proceso de debilitamiento del prestigio de la política y de sus instituciones.
El deterioro, la desconfianza y el escepticismo con que los ciudadanos miran la política es un fenómeno mundial, y que en Chile se ha acentuado en los últimos años.
No cabe duda que la permanencia del sistema binominal, las exclusiones y la falta de competitividad que son intrínsecas a este sistema contribuyen a la lejanía y apatía ciudadana. Junto a lo anterior se encuentra el preocupante desinterés de los jóvenes por inscribirse en los registros electorales y participar con su voto en la vida política. Tampoco contribuye un sistema de partidos y un parlamento bastante ensimismado en sus preocupaciones y reyertas.
De manera más estructural está la percepción de que muchas decisiones relevantes transcurren fuera de las instituciones de la soberanía popular, por circuitos extra institucionales y fácticos. Junto a lo anterior la estructuración mediática de la política y la espectacularidad que exigen los mass media a los políticos para visibilizarse en el escenario público, conduce a una degradación y farandulización de la actividad política, que no le genera a ésta credibilidad, prestigio ni respeto frente a los ciudadanos.
El Congreso debiera realizar una importante reflexión sobre la naturaleza actual de la política y de sus vínculos con la sociedad y de la capacidad de nuestra democracia de realizar sus promesas esenciales de representación, participación, deliberación y decisión democrática.
Una profundización del deterioro de la política y de sus instituciones es el caldo de cultivo para aventuras personalistas y populistas, y para el surgimiento de liderazgos mediáticos sin mayor sustancia ni densidad política.
VIII. Apoyar lealmente el Gobierno de la Presidenta Bachelet y su programa de reformas sociales.
El Partido Socialista tiene hoy a una destacada militante como Presidente de la República. Tenemos el legítimo orgullo que de nuestras filas haya emergido la primera mujer presidenta de nuestro país. Con ello hemos contribuido a escribir otra página en la historia de Chile, a favor de los derechos sociales y de la presencia y participación de la mujer en la vida política.
Además de ello, el Gobierno de la Presidenta Bachelet representa un ambicioso y progresista programa de reformas que apunta a la creación de un sistema de protección social, y que tiene como uno de sus ejes principales una reforma previsional que permitirá a cientos de miles de personas acceder, por primera vez, a una pensión básica solidaria. Junto con ello, el actual Gobierno ha desplegado un programa de reformas en educación que significará más y mejor Estado para el sistema escolar, el aseguramiento de la calidad y un reforzamiento de la educación pública. Junto a lo anterior, se puede mencionar importantes programas en materia de vivienda social, aumento de cobertura del Auge, protección de la infancia, reforzamiento del seguro de desempleo y políticas de fortalecimiento sindical y equidad en materia laboral.
El actual Gobierno ha colocado con especial nitidez el tema de la protección y cohesión social y la construcción de un Estado capaz de asegurar y garantizar derechos sociales fundamentales.
El desarrollo del actual Gobierno no ha sido fácil. Le ha tocado vivir el agotamiento del ciclo político anterior y situaciones de desgaste y de desafección al interior de la Concertación. Tampoco se puede negar que su gestión técnica y política ha tenido deficiencias.
La actual Dirección del Partido ha tomado como opción jugar un claro y decidido rol de respaldo y sustento político del actual Gobierno y particularmente de la figura de la Presidenta. Estamos convencidos que hemos actuado correctamente y con responsabilidad histórica. No creemos que el Partido deba perfilarse en esta etapa criticando a un Gobierno cuya Presidenta es una militante de nuestras filas o asumiendo posiciones opositoras.
Lo anterior no significa no hacer ver aquello que no está funcionando adecuadamente. La lealtad no es obsecuencia ni cerrar los ojos frente a lo que no funciona correctamente. Creemos que el Partido debe en este Congreso reafirmar su compromiso y lealtad con el Gobierno, sin por ello dejar de expresar sus visiones críticas ante todo aquello que consideramos que no se está realizando con eficacia o en la dirección política adecuada.
IX. Las dificultades y contradicciones de la realidad política actual.
El Congreso no sólo deberá abocarse a analizar y definir el horizonte estratégico del Socialismo chileno, sino que tiene la tarea de analizar las conflictividades y contradicciones del momento actual.
El desarrollo del actual Gobierno ha encontrado importantes dificultades para desplegarse a plenitud. A este Gobierno le ha correspondido enfrentar el agotamiento del programa original de la Concertación centrado en la redemocratización del país y, junto con ello, la necesidad de reconstruir su orientación estratégica en esta nueva etapa. También ha debido lidiar con una oposición más dura y obstruccionista y ha debido enfrentar desafecciones y conflictos al interior de la Concertación, generándose un cuadro de pérdida de mayorías estables en el Parlamento para desplegar su programa de gobierno. Tampoco han estado ausentes errores propios de la gestión gubernativa, siendo el más gravitante lo ocurrido con el plan de transporte metropolitano conocido como Transantiago.
No obstante las actuales dificultades, el Gobierno mantiene importantes niveles de apoyo, lo que indica que la adhesión histórica de la Concertación se encuentra aún en rangos importantes y que la situación actual claramente puede ser revertida y mejorada con una buena gestión política en los meses que vienen.
Por otra parte, la Presidenta ha impulsado correctamente una política de “pacto social” que ha permitido romper parcialmente el obstruccionismo de la derecha y la estrategia del “desalojo”, haciendo avanzar la agenda programática en materia previsional, educación, seguridad pública y, probablemente, en el ámbito laboral y de mayor justicia salarial, a través de la Comisión de Trabajo y Equidad.
Por su parte, el fenómeno de Chile Primero y del sector disidente de la DC, no puede ser analizado sólo como conflictos entre grupos o personas, sino que responden a una contradicción política, pues ambos grupos representan posiciones que han ido quedando aisladas crecientemente dentro de la Concertación y que, por lo mismo, buscan reposicionarse a través de alianzas con la derecha. No se debe caer en el engaño por ciertas retóricas de “izquierda”, pues se trata en definitiva de desafecciones que pactan con la “derecha”.
En el actual contexto, la mayoría concertacionista debe rearticularse y cohesionarse, y actuar unitaria y solidariamente en la próxima etapa.
Por su parte, el Gobierno debe superar los desafíos del Transantiago, haciendo su máximo esfuerzo por consolidar en los próximos meses un sistema de transporte metropolitano efectivo y de calidad. Sin ello, no será posible revertir el malestar social que se ha incubado, particularmente en sectores populares y de tradicional apoyo a la Concertación.
Junto a lo anterior y ante las grandes holguras económicas que vive el país derivados del precio del cobre, resulta necesario intensificar y fortalecer las políticas sociales, particularmente en materia de educación pública, salud, cobertura del seguro de desempleo, apoyo a la apertura de nuevos nichos productivos, innovación y ciencia, seguridad pública en los barrios populares, políticas de redistribución del ingreso, un ambicioso programa de obras públicas, apoyo a la modernización de la gestión municipal, fomento al desarrollo regional, etc.
En este camino es necesario elevar y fortalecer la acción del Gobierno, lo cual debe ser respaldado con propuestas concretas y bien fundamentadas por parte del Partido Socialista, las que deberán, justamente, ser debatidas y formuladas en nuestro próximo congreso partidario.
X. Reafirmar y renovar el pacto histórico de la Concertación entre las vertientes socialista y socialcristiana.
No cabe duda que la Concertación fue el Bloque Histórico adecuado para el ciclo político que se cierra y que tuvo en su centro la redemocratización del país y la tarea de dar los primeros pasos a favor de una sociedad más justa y equitativa en lo social.
Sostenemos que para el nuevo ciclo histórico que se abre, signado por la tarea de alcanzar el Desarrollo y construir un Estado de Bienestar moderno en nuestro país, la confluencia entre las vertientes socialistas y socialcristianas tiene pleno sentido y vigencia.
La convergencia del humanismo laico y el humanismo cristiano representan en nuestro país la unidad política y social del pueblo, y permite articular una mayoría a favor de una transformación progresista de la sociedad chilena.
Aspiramos a que este Congreso ratifique, una vez más, esta política de alianza estratégica del Socialismo para la nueva etapa histórica.
XI. El desafío de las próximas elecciones municipales.
El 2008 el país se verá enfrentado a un crucial proceso de elección de alcaldes y concejales. Será un espacio decisivo para que la Concertación y el Partido Socialista desplieguen sus propuestas en materia de gobiernos comunales.
El Congreso partidario deberá jugar un rol clave en la definición de la plataforma programática municipal del Partido. Los socialistas deberemos tener una propuesta de gestión municipal que signifique un real mejoramiento de los servicios básicos, la reconstrucción de las identidades de los barrios, el incremento de la seguridad pública, la profundización de los programas sociales contra la pobreza, mayores oportunidades para los jóvenes y la ampliación de los mecanismos de participación de los ciudadanos en las decisiones del gobierno local.
A nadie escapa que el resultado de la elección municipal será un verdadero test político, que prefigurará el escenario para las elecciones presidenciales del 2009.
El Congreso deberá definir, además, los criterios y normas de selección de sus candidatos a alcaldes y concejales en los próximos comicios municipales.
XII. El Partido Socialista: historia, identidad y desafío de hoy.
“Todo lo que he sido y lo que soy se lo debo al Partido y al Pueblo…”
(Salvador Allende, Discurso en el 40º Aniversario del Partido Socialista, abril de1973.)
Siempre el Congreso es un momento propicio para reflexionar sobre nuestra historia, identidad y los desafíos actuales y futuros. Somos un Partido con 75 años de historia tras de sí y que ha dejado una huella indeleble en la historia de Chile desde la década del 30 del siglo pasado hasta nuestros días.
Somos un partido que ha estado presente en todas y cada una de las luchas por el reconocimiento de mayores derechos sociales y libertades para los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los sectores populares. Desde el gobierno y desde la oposición hemos impulsado políticas de progreso e intentado que los valores de libertad, igualdad y fraternidad sean los que prevalezcan en la construcción de nuestra sociedad.
El Partido Socialista fue puesto a la más dura prueba política de su historia durante la dictadura y, a pesar de los grandes costos que ello implicó, logró sobrevivir y junto a las otras fuerzas progresistas, articular una estrategia de derrota de la dictadura.
También fue capaz de dejar atrás una dura experiencia de fraccionamientos y quiebres, y todos quienes vivimos esos procesos aprendimos que la división del Partido Socialista va en directo perjuicio del movimiento popular y de los trabajadores, y debilita la fuerza de nuestras ideas y valores en la sociedad.
El año 90 y junto con la recuperación de la democracia, las dos grandes vertientes en que se había dividido el socialismo histórico reconstruyeron su unidad. A ello se sumaron otras orgánicas y dirigentes provenientes de diversas vertientes de la izquierda chilena. Sectores del PC, MIR, MAPU e Izquierda Cristiana se incorporaron al Partido Socialista aportando a éste una nueva riqueza de experiencias, culturas y subculturas políticas. El Partido Socialista se transformó así en la Casa Común de una buena parte de la izquierda chilena, en un proceso político enriquecedor que debe ser valorado plenamente.
En estos 17 años el Partido Socialista ha sido un apoyo sustantivo para los Gobiernos de la Concertación y su conducta responsable y decidida ha sido fundamental para la recuperación y consolidación de la democracia; para lograr grados relevantes de verdad, justicia y reparación en materia de DD.HH.; para conseguir progresos en materia de libertades culturales e individuales, y en los avances, aún parciales, que se han obtenido en materia de igualdad y cohesión social.
En este período el Partido Socialista logró que una militante de sus filas fuera Presidenta de Chile, liderizando un programa progresista que ha puesto especial énfasis en el tema de la protección social esbozando, por primera vez, un concepto de Estado protector y garante de derechos sociales universales.
En lo interno, el Partido Socialista si bien está muy lejos de las crisis y disputas que se han vivido en partidos como el PPD y como los que hoy se viven en la DC, no ha logrado construir una convivencia en que todos se sientan debidamente integrados. Resulta a estas alturas un poco inútil intentar dilucidar si ello ha sido por falta de voluntad integradora de la mayoría o por la poca disposición de la minoría a integrarse. Probablemente haya responsabilidades compartidas. Lo que sí está fuera de discusión -a nuestro juicio- es que las diferencias se han zanjado a través de procesos democráticos, con respeto de la institucionalidad partidaria y que ha existido la más amplia posibilidad y libertad para expresarse.
Lo cierto es que a futuro aspiramos a que el Partido pueda profundizar su unidad. Hoy más que nunca, en el contexto de la situación que vive la Concertación, es necesario que el PS resuelva unitariamente sus diferencias internas. Para que ello ocurra esta unidad debe darse en el campo de la política y de las definiciones programáticas donde se observa un amplio arco de coincidencias.
Junto con ello, todos los líderes y sectores y sensibilidades internas deben ser capaces de actuar con generosidad, sin descalificaciones y con la mayor apertura para buscar construir a partir del Congreso y de las elecciones internas convocadas para el 27 de abril próximo, un PS lo más unido y cohesionado posible. Si finalmente esas voluntades no logran concretarse, el Partido Socialista tiene una sólida institucionalidad democrática para zanjar sus diferencias y disputas, y será a través de la expresión libre y soberana de la militancia socialista como se resolverán sus legítimas diferencias y propuestas alternativas.
XIII. Temas de especial preocupación del Socialismo chileno en esta etapa.
La lucha socialista es multifacética y abarca como preocupación prácticamente todos los ámbitos de la sociedad y del individuo. Sin embargo, es necesario en cada momento colocar ciertos énfasis para dar mayor foco y fuerza a nuestro trabajo. Por ello, creemos que en la actual etapa es necesario colocar un especial énfasis, a lo menos, en los siguientes temas:
· Fortalecer la organización sindical y la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores. Combatir la precarización de los contratos de trabajo y mejorar la calidad de los empleos.
· Profundizar las políticas de igualdad de género, particularmente en materia de acceso laboral, igualdad de salarios y erradicación de la violencia hacia las mujeres.
· Reconstruir la presencia socialista en los barrios populares generando y proponiendo una alternativa de identidad, organización y participación, particularmente para los jóvenes, frente al flagelo de la droga y la violencia.
· Fortalecer el rol del Estado en educación, asegurar la calidad educativa para todos, y recuperar y reconstruir un sistema de educación pública de excelencia. Dar un apoyo especial a las Universidades del Estado.
· Reflexionar y construir una propuesta frente al tema de la seguridad ciudadana desde una mirada progresista y que ataque con dureza la delincuencia, pero también las causas que están a la base de ésta. Una política que tenga un fuerte énfasis rehabilitador y de reinserción social.
· Asumir nuestra diversidad cultural, avanzando en el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, en su mayor representación política y en el apoyo al desarrollo de su lengua y cultura en el ámbito de la educación.
· Fortalecer el rol y la acción del Estado en materia de políticas de juventud, proponiendo para ello una nueva institucionalidad juvenil que consagre efectivamente más derechos y libertades para las nuevas generaciones; asumiendo la diversidad cultural de los sectores juveniles, y la necesidad de generar mayores espacios de participación y de inclusión en el desarrollo de nuestra democracia.
XIV. Actualizar nuestro internacionalismo y latinoamericanismo del PS en un mundo globalizado.
Luego del término de la Guerra Fría el mundo ha ido transitando hacia un capitalismo cada vez más globalizado, interrelacionado económicamente, altamente sofisticado en lo tecnológico y políticamente unipolar bajo la hegemonía estadounidense.
En esta nueva realidad el Partido Socialista debe abogar porque esta globalización pueda ser gobernada por una institucionalidad democrática mundial, que considere los intereses de todos los países y que permita que los beneficios del progreso se distribuyan con equidad en el mundo. Al unilateralismo se debe oponer el multilateralismo y frente a una globalización controlada fácticamente por el poder de unos pocos en el mercado mundial, proponer instituciones públicas internacionales que den una dirección a este proceso en favor de la reducción de la pobreza y el hambre, la paz, la protección del medio ambiente y la reducción de las brechas de desigualdad.
En este esquema el viejo internacionalismo del PS está más vigente que nunca, y se debe expresar en la articulación de los gobiernos y de las fuerzas políticas progresistas y socialistas del mundo entero, a través de organizaciones como la Internacional Socialista y otras de corte latinoamericano e intercontinental que congregan a las fuerzas políticas de progreso en todo el mundo y en nuestra región.
En esta nueva realidad internacional es imprescindible realizar los máximos esfuerzos por producir una mayor unidad latinoamericana e ir avanzando hacia formas de integración política, económica y cultural superiores. Si América Latina no logra articular y presentar un bloque unitario y compacto no tendrá posibilidades de hacer oír su voz en el concierto internacional.
Una atención especial debiera representar para los socialistas en este Congreso analizar nuestras relaciones vecinales y generar políticas que permitan estrechar nuestros lazos con Argentina, Perú y particularmente con Bolivia. El Congreso también está llamado a debatir sobre estos temas y a proponer soluciones frente a los conflictos que entraban la profundización de nuestras relaciones y procesos integradores con nuestros países vecinos.
Compañeros y compañeras:
Hemos querido proponerles esta agenda de temas para nuestro XXVIII Congreso. No se trata de una agenda cerrada sino de una invitación a la reflexión y al debate colectivo. Probablemente nuevas temáticas y preocupaciones saldrán desde nuestros Congresos comunales y regionales. Queremos que nuestros militantes se sientan con la total libertad para discutir y proponer los temas que consideran relevantes y necesarios que nuestro Congreso debate, construya opinión y decida.
De cada uno de nosotros dependerá que seamos capaces de construir un buen Congreso partidario. Un Congreso digno de quienes hoy somos los herederos de Grove y Matte, Eugenio González, Salomón Corbalán, Raúl Ampuero, Clodomiro Almeyda, Salvador Allende, Carlos Lorca, Exequiel Ponce y de todos aquellos cientos y miles de militantes que han construido con su esfuerzo, sabiduría y sacrificio la historia de nuestro Partido.
Llamamos a todos los militantes, simpatizantes y amigos del Socialismo chileno a participar del Congreso, y a hacer de nuestro Partido un instrumento inteligente, cohesionado y eficaz en su lucha por hacer de Chile una sociedad cada vez más libre, democrática y con mayor igualdad y justicia social.
MESA DIRECTIVA NACIONAL DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
24 de noviembre de 2007.
En estos 17 años el Partido Socialista ha sido un apoyo sustantivo para los Gobiernos de la Concertación y su conducta responsable y decidida ha sido fundamental para la recuperación y consolidación de la democracia; para lograr grados relevantes de verdad, justicia y reparación en materia de DD.HH.; para conseguir progresos en materia de libertades culturales e individuales, y en los avances, aún parciales, que se han obtenido en materia de igualdad y cohesión social.
En este período el Partido Socialista logró que una militante de sus filas fuera Presidenta de Chile, liderizando un programa progresista que ha puesto especial énfasis en el tema de la protección social esbozando, por primera vez, un concepto de Estado protector y garante de derechos sociales universales.
En lo interno, el Partido Socialista si bien está muy lejos de las crisis y disputas que se han vivido en partidos como el PPD y como los que hoy se viven en la DC, no ha logrado construir una convivencia en que todos se sientan debidamente integrados. Resulta a estas alturas un poco inútil intentar dilucidar si ello ha sido por falta de voluntad integradora de la mayoría o por la poca disposición de la minoría a integrarse. Probablemente haya responsabilidades compartidas. Lo que sí está fuera de discusión -a nuestro juicio- es que las diferencias se han zanjado a través de procesos democráticos, con respeto de la institucionalidad partidaria y que ha existido la más amplia posibilidad y libertad para expresarse.
Lo cierto es que a futuro aspiramos a que el Partido pueda profundizar su unidad. Hoy más que nunca, en el contexto de la situación que vive la Concertación, es necesario que el PS resuelva unitariamente sus diferencias internas. Para que ello ocurra esta unidad debe darse en el campo de la política y de las definiciones programáticas donde se observa un amplio arco de coincidencias.
Junto con ello, todos los líderes y sectores y sensibilidades internas deben ser capaces de actuar con generosidad, sin descalificaciones y con la mayor apertura para buscar construir a partir del Congreso y de las elecciones internas convocadas para el 27 de abril próximo, un PS lo más unido y cohesionado posible. Si finalmente esas voluntades no logran concretarse, el Partido Socialista tiene una sólida institucionalidad democrática para zanjar sus diferencias y disputas, y será a través de la expresión libre y soberana de la militancia socialista como se resolverán sus legítimas diferencias y propuestas alternativas.
XIII. Temas de especial preocupación del Socialismo chileno en esta etapa.
La lucha socialista es multifacética y abarca como preocupación prácticamente todos los ámbitos de la sociedad y del individuo. Sin embargo, es necesario en cada momento colocar ciertos énfasis para dar mayor foco y fuerza a nuestro trabajo. Por ello, creemos que en la actual etapa es necesario colocar un especial énfasis, a lo menos, en los siguientes temas:
· Fortalecer la organización sindical y la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores. Combatir la precarización de los contratos de trabajo y mejorar la calidad de los empleos.
· Profundizar las políticas de igualdad de género, particularmente en materia de acceso laboral, igualdad de salarios y erradicación de la violencia hacia las mujeres.
· Reconstruir la presencia socialista en los barrios populares generando y proponiendo una alternativa de identidad, organización y participación, particularmente para los jóvenes, frente al flagelo de la droga y la violencia.
· Fortalecer el rol del Estado en educación, asegurar la calidad educativa para todos, y recuperar y reconstruir un sistema de educación pública de excelencia. Dar un apoyo especial a las Universidades del Estado.
· Reflexionar y construir una propuesta frente al tema de la seguridad ciudadana desde una mirada progresista y que ataque con dureza la delincuencia, pero también las causas que están a la base de ésta. Una política que tenga un fuerte énfasis rehabilitador y de reinserción social.
· Asumir nuestra diversidad cultural, avanzando en el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, en su mayor representación política y en el apoyo al desarrollo de su lengua y cultura en el ámbito de la educación.
· Fortalecer el rol y la acción del Estado en materia de políticas de juventud, proponiendo para ello una nueva institucionalidad juvenil que consagre efectivamente más derechos y libertades para las nuevas generaciones; asumiendo la diversidad cultural de los sectores juveniles, y la necesidad de generar mayores espacios de participación y de inclusión en el desarrollo de nuestra democracia.
XIV. Actualizar nuestro internacionalismo y latinoamericanismo del PS en un mundo globalizado.
Luego del término de la Guerra Fría el mundo ha ido transitando hacia un capitalismo cada vez más globalizado, interrelacionado económicamente, altamente sofisticado en lo tecnológico y políticamente unipolar bajo la hegemonía estadounidense.
En esta nueva realidad el Partido Socialista debe abogar porque esta globalización pueda ser gobernada por una institucionalidad democrática mundial, que considere los intereses de todos los países y que permita que los beneficios del progreso se distribuyan con equidad en el mundo. Al unilateralismo se debe oponer el multilateralismo y frente a una globalización controlada fácticamente por el poder de unos pocos en el mercado mundial, proponer instituciones públicas internacionales que den una dirección a este proceso en favor de la reducción de la pobreza y el hambre, la paz, la protección del medio ambiente y la reducción de las brechas de desigualdad.
En este esquema el viejo internacionalismo del PS está más vigente que nunca, y se debe expresar en la articulación de los gobiernos y de las fuerzas políticas progresistas y socialistas del mundo entero, a través de organizaciones como la Internacional Socialista y otras de corte latinoamericano e intercontinental que congregan a las fuerzas políticas de progreso en todo el mundo y en nuestra región.
En esta nueva realidad internacional es imprescindible realizar los máximos esfuerzos por producir una mayor unidad latinoamericana e ir avanzando hacia formas de integración política, económica y cultural superiores. Si América Latina no logra articular y presentar un bloque unitario y compacto no tendrá posibilidades de hacer oír su voz en el concierto internacional.
Una atención especial debiera representar para los socialistas en este Congreso analizar nuestras relaciones vecinales y generar políticas que permitan estrechar nuestros lazos con Argentina, Perú y particularmente con Bolivia. El Congreso también está llamado a debatir sobre estos temas y a proponer soluciones frente a los conflictos que entraban la profundización de nuestras relaciones y procesos integradores con nuestros países vecinos.
Compañeros y compañeras:
Hemos querido proponerles esta agenda de temas para nuestro XXVIII Congreso. No se trata de una agenda cerrada sino de una invitación a la reflexión y al debate colectivo. Probablemente nuevas temáticas y preocupaciones saldrán desde nuestros Congresos comunales y regionales. Queremos que nuestros militantes se sientan con la total libertad para discutir y proponer los temas que consideran relevantes y necesarios que nuestro Congreso debate, construya opinión y decida.
De cada uno de nosotros dependerá que seamos capaces de construir un buen Congreso partidario. Un Congreso digno de quienes hoy somos los herederos de Grove y Matte, Eugenio González, Salomón Corbalán, Raúl Ampuero, Clodomiro Almeyda, Salvador Allende, Carlos Lorca, Exequiel Ponce y de todos aquellos cientos y miles de militantes que han construido con su esfuerzo, sabiduría y sacrificio la historia de nuestro Partido.
Llamamos a todos los militantes, simpatizantes y amigos del Socialismo chileno a participar del Congreso, y a hacer de nuestro Partido un instrumento inteligente, cohesionado y eficaz en su lucha por hacer de Chile una sociedad cada vez más libre, democrática y con mayor igualdad y justicia social.
MESA DIRECTIVA NACIONAL DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
24 de noviembre de 2007.